jueves, 21 de marzo de 2013

Ya estás otra vez inspirándome, amor.

Ya estás con tu puta manía de doblar la esquina de la página en lugar de salir de la cama para buscar el marcador (a saber dónde lo has dejado esta vez, ¿de nuevo en la nevera?).

Me cabreo contigo, obviamente.

Imitas mis reproches con voz de idiota, te acurrucas a mi vera, enlazas tus piernas con las mías, cierras los ojos, acompasas tu respiración a la mía (parece que estén bailando), tu ombligo le da un beso de buenas noches al mío y tratas de conciliar el sueño.

Me pregunto cómo eres capaz de hacerlo, si tengo una sensación atravesada en el pecho aporreando un tambor a velocidad vertiginosa.

Se eriza mi calma y pienso en aquella canción, en que he pasado una vida entera buscándote sin saber que lo hacía.

Y, cuando menos me lo espero, te incorporas y susurras mirándome directamente a los ojos que pare.

(Escalofrío)

Y tardo una fracción de segundo en comprender a qué te refieres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario