viernes, 15 de febrero de 2013

XIV

Viento gélido le azota la piel desnuda,
erizada;
los párpados descansan.

Media Luna nacarada en su rostro
como si no existiera el vértigo
que le anuda las entrañas al recuerdo
de lo que fue y ya no es (pero será)
al andar nuevamente
por el borde del abismo
del que salió con la intención
de no regresar nunca más.

Pero allí está;
el azar bailando con su equilibrio
apostándose la recaída con las ganas
mientras la razón se vuelve ilusa
a sabiendas que no habrá vuelta atrás.

Dos cuerpos que se abrochan
en mitad de la penumbra,
beso de ombligos;
puzzle de piernas.

Se contonea como si fuera el mundo
y no ella,
quién se mueve.

Ya llega.

El temblor.

L a  c a l m a.

miércoles, 13 de febrero de 2013

XIII

No te diré que me he ido,
sentirás el vértigo cuando vuelva.
Y negaremos
todas las veces que quieras
lo que fuimos
para volver a serlo.
Si quieres,
podrás volver a conocerme;
lentamente, con ganas.
No maquillaré los abismos,
seguirán siendo tus preferidos;
aquellos en los que volverías a caer
incluso con los ojos abiertos
y la piel desnuda erizada.

Mis manos ya habrán perdido
la forma de tus caderas
y ya apenas se verá
la marca de mis dientes
en tus clavículas
(tendremos que solucionarlo
como mejor sabemos).

Romperé todos los relojes,
e impediré que salga el Sol
para poder hincarle el diente,
con calma y sin previo aviso,
al insomnio que ha visto más Lunas
que yo desde tu habitación.

Y volveremos a bailar un tango horizontal.

martes, 12 de febrero de 2013

XII

Cuando,
por casualidades de la vida,
no nos queda otra
que juntar nuestros cuerpos,
aguanto la respiración;
no quiero abrir viejas heridas.

(Mi pasado me pesa.)

Ya no sé si me compensa
esperar a que abras los ojos
y asumas que con ella no te irá bien.

(Tu presente me abruma.)

Descubrirás, con el tiempo,
que conmigo tampoco te irá mejor;
pero yo no te prometeré amor eterno,
porque ni siquiera creo en el amor.

(Nuestro futuro... Ay, ni siquiera sé si quiero que lo sea.)

Yo puedo pintar sonrisas en tu rostro,
emocionarte con un par de historias;
pasear contigo de la mano
por Gran Vía o Les Rambles.

Puedo también quererte a ratos
y olvidarte con facilidad.

No es mucho,
lo sé,
pero es lo único
que espero recibir a cambio.

viernes, 8 de febrero de 2013

XI

Miras mi cuerpo desnudo con lascivia;
vistes tus ganas de desdén;
rasgas mi coraza
con morbosa crueldad.

La tentación que reside en tu boca
prende con su lengua mi deseo
y no veas con qué facilidad arde;
(ardemos).

Las llamas nos envuelven;
los miedos se calcinan.

Maquillas gemidos con jadeos,
pero tu pulso se dispara;
tus pupilas se dilatan.
Qué mal disimulas, amor.

jueves, 7 de febrero de 2013

X

Desata su corbata sensualmente
(atrapando su atención).
Se la quita y le empuja.
Sus corvas ceden,
al chocar contra el colchón,
y
c
a
e.
Ya no hay vuelta atrás.
Allí. A h o r a.
Ella se desliza sobre él,
se hace notar;
él entreabre los labios,
trata de atrapar a su musa
(sin lograrlo).
Su anhelo crece.
Ella sujeta firmemente sus antebrazos;
se los coloca sobre la cabeza.
Él intenta zafarse,
(sin querer hacerlo realmente).
Ella ríe, se siente poderosa;
él gruñe, juguetón,
al verse indefenso
y a su merced.
Ella rodea sus muñecas
con la tela robada
y ata el otro extremo
a una de las barras
del cabezal
de metal bruñido.
Es suyo,
no
le
va
a
dejar
e s c a p a r.
Todo su ser se lo hace saber.
Él arquea su espalda,
alza sus caderas;
ella, impasible,
devora su boca
con la mirada.
Él, que la busca;
ella, que no se deja encontrar.

miércoles, 6 de febrero de 2013

IX

Tengo un nudo en la garganta
que me bloquea las palabras,
que me impide coger aire,
y que solo sabe deshacer ella.

Siento que el tiempo a su lado
se me escurre entre los dedos;
que se le escapa la vida
sin yo poder hacer nada
para evitarlo
y, con ella,
la mejor parte de mí.

martes, 5 de febrero de 2013

VIII

He abierto los ojos
y se me ha caído un mito,
el mío,
al mirar la cama
y sentir tu ausencia.

Vacía no está;
nunca lo está,
si te digo la verdad.
Bueno,
menos cuando
me hago la dormida,
en tu lado,
esperando
que aparezcas,
como quién espera
ver el autobús
que cree haber perdido,
(con la toalla
anudada a la cintura
y esa media sonrisa
que me tiene loca,
a poder ser)
y me muevas una vez más
a base de cosquillas
y pícaras caricias,
hasta el lugar
que me corresponde;
a dos centímetros de tu boca
y
a
cero
de
tu
centro
de
gravedad.

He rodado
sobre lo que
fue
el lugar
más acogedor
de nuestro mundo
hasta poder
acurrucarme a su vera
y poder imaginar
con borrosa claridad
que respiras a través de él
y me ruegas,
al acelerar tu pulso,
que me vuelva a quedar
otros siete minutos más
porque te tiembla
el mundo
si me ves marchar
y necesitas
que se esté quieto
para plasmar el instante
en cuatro versos,
o plasmarme cuatro besos
en un instante.

Ay.

Qué mal se me da fingir
que no me faltas, cielo.

lunes, 4 de febrero de 2013

VII

En uno
de los múltiples
cruces de miradas desconocidas
se ha creado un silencio s e p u l c r a l
en mi mundo.

Tendríais que haberme visto;
nos separaban mínimo dos suspiros,
pero me he alejado un par de kilómetros
sin separar los pies del suelo.

domingo, 3 de febrero de 2013

VI

Supongamos que esta noche te echo de menos; que veo mi cama demasiado grande (aunque sepas que me encanta ocuparla entera).

Supongamos que no tengo nada con nadie y que tú tampoco. Supongamos también que no me guardas rencor (y que no me duele dolerte).

Supongamos, ya que estamos, que te desbloqueo de mi vida; que te permito formar parte de ella nuevamente por un par de días (y dos pares de noches).

Supongamos ahora que me gustaría volver a verte amanecer entre gemidos, con el pelo alborotado, los músculos contraídos y las mejillas encendidas (solo es un suponer).

sábado, 2 de febrero de 2013

V

Y
no
me
crees
cuando te digo
que ya te he olvidado.

Ya, claro (me dices).

Tienes que saber
que no te he vuelto a escribir;
a ti no, pero sí a la parte de mí
que se quedó contigo.

Quisiera entrar a través de este delirio
por tu mirada una vez más,
pero no para quedarme,
ni para salir rodando; cristalina.

Simplemente hacerlo
para comunicarle a esa (mi parte)
que he encontrado un lugar más acogedor
que tu clavícula, donde quedarnos a dormir.

Y
no
me
cree
cuando le digo
que ya te he olvidado.

No te lo crees ni tú (me dice).

viernes, 1 de febrero de 2013

IV

La habitación oscura,
como nuestros ojos
de pupilas dilatadas;
pozos embriagadores.

El morbo se adueña de tu rostro
cuando encajo tu cadera
entre la mía y la pared;
jadeas.

La humedad te embota los sentidos,
la experiencia contrae tus músculos.
Muerdo tu cuello, intentas zafarte
(sin querer hacerlo realmente).

Y me empujas levemente;
te agarro sin vacilar.

— Déjate llevar, ma chérie.

Y te devoro, quemas;
me vuelves a empujar.

Vergüenza nos miraba
desde el quicio de la puerta,
pero ha decidido irse de allí;
sabe que no es lugar para ella.

Agarro tu cintura,
acerco mi boca a la tuya
y una caricia recorre mi espalda
erizando así mi piel desnuda.

Me miras con desdén, y me derrito allí mismo.

Otra vez esa media sonrisa
que hace enteras mis mitades;
la vistes esta madrugada
con una mirada voraz a juego.

Te pierdes en mí
y me pierdo contigo.
Me haces delirar, te extasío;
y cambiamos, sin pactarlo previamente,
miedo por valor, coraza por corazón.