domingo, 3 de febrero de 2013

VI

Supongamos que esta noche te echo de menos; que veo mi cama demasiado grande (aunque sepas que me encanta ocuparla entera).

Supongamos que no tengo nada con nadie y que tú tampoco. Supongamos también que no me guardas rencor (y que no me duele dolerte).

Supongamos, ya que estamos, que te desbloqueo de mi vida; que te permito formar parte de ella nuevamente por un par de días (y dos pares de noches).

Supongamos ahora que me gustaría volver a verte amanecer entre gemidos, con el pelo alborotado, los músculos contraídos y las mejillas encendidas (solo es un suponer).

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