viernes, 27 de septiembre de 2013

Mudanza.

Cambio de plataforma, me voy a Tumblr:

mellamandeu.tumblr.com

No borraré el blog, obviamente, pero dudo mucho que vuelva a actualizarlo.

:*

jueves, 5 de septiembre de 2013

Carta relativamente larga a un pseudopoeta.

Puedo decirte tantas cosas, amigo; puedo dar tantos rodeos y tomar tantos caminos para llegar a una misma conclusión, que no sé por dónde empezar.

Bueno.

Te voy a hablar, amigo, de la canción del Verano; por romper el hielo y por no romperte a ti las manos.

Verás, es una canción que todo el mundo escucha mientras charla animadamente con sus amigos. Es una canción que no llega nunca a erizarte la piel o a derramar lágrimas por tu rostro, pero que tiene miles de reproducciones cada día. Es una canción que no formará parte de los mejores o peores momentos de la vida de nadie porque es realmente vulgar, es una más de tantas. Es una canción, a fin de cuentas, que es como tu poesía.

Puedo decirte que he leído mucha prosa y mucha poesía. También puedo decirte que he escuchado muchas canciones. Que tengo las estanterías de mi casa a rebosar de primeras ediciones y que sé de lo que hablo.

Puedo decirte que me he pasado más de la mitad de los recitales poéticos a los que he asistido pensando en mis cosas, preocupada por cómo lo haré cuando salga yo a leer o encendiendo ese botón de desconexión total que descubrí un día mientras mis padres me echaban una chapa monumental. Puedo decirte que muchas veces me he sorprendido a mí misma tarareando una canción que no había escuchado al parecer en mi vida mientras salía a tirar la basura, a sacar a pasear al perro de mis abuelos o en esos infernales viajes en el transporte público de Madrid.

He perdido la cuenta y todo de la cantidad de momentos insustanciales que me ha brindado la gente como tú.

En cambio, puedo relatarte nítidamente algunos recitales que, literalmente, me han quitado la respiración o, incluso, me han hecho llorar - yo digo que es porque no parpadeaba durante el poema y el aire acondicionado me secaba los ojos, pero es mentira; que quede entre tú y yo - o todas las oportunidades que dejé escapar por escuchar algunas canciones; por deleitarme con las sensaciones que se apoderaban de mi cuerpo.

A veces pienso en todas las conversaciones y secretos que no he escuchado, pero la pena me dura nada y menos. Y quiero mil y una penas más si a cambio pudiera volver a sentir lo mismo que aquella primera vez que me enamoré mientras leía, por ejemplo. O que vi la sonrisa del cantante y las lágrimas pugnando por salir a través de su voz rasgada.

¿Sabes? Me gusta conocer al autor a través de lo que escupe; y no me gusta nada que sea uno más. ¿Por qué te empeñas en hacer de cada momento un momento único plasmándolo y publicándolo como quien habla del tiempo atmosférico en un ascensor? ¿No te das cuenta de que pierde valor? No, cómo ibas a hacerlo, si a ti lo que te llena es tener cientos de musas.

Da igual. Qué quiero decirte con todo ésto.

Verás, amigo, lo que tú haces no me gusta. Me da mucha rabia que trates de imitar la personalidad arrolladora de Irene, la fogosidad de Carlos, la perspicacia de Escandar, los recuerdos de Sergio o la vulnerabilidad de alguien de piedra a quien no quiero que conozcas; bastante daño has hecho ya.

Tú eres uno más de todos esos pseudopoetas que me inducen al coma desde el primer verso. Odio que escribas por gustar, por darte a conocer, por sacar algún provecho de tus escritos más allá que el salvarte a ti mismo de tus propios demonios. Me da asco que vulgarices símbolos que para mí lo han sido casi todo, que leas algo que te ha llegado y pretendas llegar al resto del mundo a través de ello. Supuro rabia por todos los poros de mi piel cada vez que leo o te escucho comercializar los sentimientos.

Que no se tú, pero yo escribo y rasgo las seis cuerdas de mi guitarra porque no soy capaz de llorar todo lo que debería. Que ojalá no tuviera esa necesidad nunca más, como ahora que soy feliz y escribo menos porque me dirás tú cuantas veces has llorado en tu vida de felicidad.

Creo que a estas alturas me odiarás como se odia a todo lo que duele, con media sonrisa en la cara; como odias a la verdad que subyace a todos esos escudos de hojalata y tinta barata que te empeñas en llevar por bandera en lugar de un corazón que late. ¿Por qué te empeñas en aparentar ese sufrimiento tan profundo cuando todos sabemos que no es más que superficial, y ni eso?

Dime, amigo, cuánta gente te ha relatado la fatídica noche en la que intentó quitarse la vida, o en la que se le escapó entre los dedos la de alguien a quien amaba. Dime, cuántas veces has amado incondicionalmente para hablar de ello con tanta ligereza. Dime, dime... ¿quién eres tú para hablar del amor si amar es dar sin esperar nada a cambio?

Amigo, escribe todo lo que quieras, pero escribe cuando duela o te haga temblar. Escribe en la soledad de tu cuarto o en la parada de la estación que vio marchar a lo más importante de tu vida. Plasma en papel, experimenta; no todo es tecnología. Lo bonito es tan sencillo, preciso y aterrador como lo es un folio en blanco.

Amigo, solo quería decirte que vas por el mal camino; estás cogiendo el cuchillo por el lado que corta; estás a punto de bajar unas escaleras mecánicas de subida; estás cruzando con el semáforo en rojo y, aunque hables siempre de ello sin haberlo hecho en la vida con los ojos cerrados, créeme que es una locura y es aterrador.

Mira, basta ya de pretender ser lo que no eres. Bastante complicada es ya de por sí la vida como para que vengas tú a darle una vuelta más de tuerca con tus metáforas contradictorias.

Basta ya.

Para todo este circo, por favor te lo pido.

En definitiva, quiero que sepas que me jode mucho que te unas a una moda que llevo vistiendo toda una vida y que la pudras desde los cimientos; que la desprestigies y te mofes de ella. Estoy cansada de que me llamen "intensa", de que me metan en el mismo saco que a ti. Y es que dejaría de escribir si así fuera.

Lo siento, amigo, no estás a la altura. No pretendas dar clases sin sacarte el graduado, porque esos trucos vistosos y de mala muerte que usas de nada te servirán a la hora de la verdad.

Ahora, que quieres gustar, que quieres ser leído y escuchado por cualquiera a cualquier hora, que quieres seguir siendo vulgar y boicotear el dolor ajeno, adelante, sigue como hasta ahora. Que en ese aspecto, te estás luciendo.

domingo, 11 de agosto de 2013

Amalgama.

Llegas, y me golpeas con la certeza entre los omoplatos; un escalofrío capaz de levantar un maremoto entre mis piernas que se sale de toda escala imaginable. Tu mano anclada en mi cintura, tu voz impasible sonando a escasos centímetros de mi costado izquierdo.

Tu andar me marca el ritmo.

Te miran, y casi puedo ver cómo le restas importancia para que siga siendo tan ambiguo como siempre. Me miran, y casi nos delato. ¿Podrán oír mis latidos? ¿Ambos?

Mira, una estrella fugaz.

Estás entre mis brazos, tu cabeza reposa aparentemente tranquila sobre mí. Si te giras, podrías acariciarme el cuello con la nariz. Miro nuestro reflejo en la ventana que tenemos delante. Cómo tiemblas. ¿O soy yo?

No sabes cuánto te deseo.

Te has armado de valor y has disparado sin vacilar. Me zumban los oídos del vértigo que he sentido cuando me has rozado. Sabes que sé que ha sido intencionado, ese segundo que sobraba casi tanto como la distancia que ahora nos separa. Qué locura más excitante.

"¿Por qué me miras así?"

Tu brazo en mi regazo, hablo sin saber realmente lo que estoy diciendo. Ella nos mira, a ti con deseo y a mí con recelo. Los cristales saltan por los aires, las carcajadas quitan tensión al ambiente; la nuestra sigue intacta.

"Dejad de perder el tiempo."

Dos besos. Nuestros nombres realmente poco importan. Cállate, deja que tu cuerpo hable. Ya estás otra vez llamando mi atención. No, no sabes que ya la tienes. Pero qué bonita y qué prohibida eres, qué suerte tiene.

Risas, confesiones.

Estás.
Demasiado.
Cerca.

Nos divertimos, nos perdemos en otras manos. Son otras bocas las que parecen acoplarse a la perfección con nuestros labios; los cuatro. No nos importa, nos vemos venir y aceleramos el paso.

Bésame de una puta vez.

Justificamos los medios sin darnos cuenta de que el fin solo existe si hay principio. ¿Princiqué?

"Yo no soy de esas."

¿Será posible?

No deberías, pero lo haces. Un par de palabras, un golpazo que despedaza pilares que me ha costado años construir.

"Siempre que me he arriesgado a romper alguno, se ha desatado el huracán."

Si los rompes todos a la vez, ¿qué más me da? No queda nada por lo que preocuparse. Qué peligrosa me has hecho. Y cómo me gusta serlo.

Ya no quedan historias como la nuestra, amor.

lunes, 15 de julio de 2013

Vaya.

"He dejado de escribir.
Quizá sea porque solo inspira cuando duele,
o duele si inspira cuando no debe."

"...o duele si inspira cuando no debe."

Tenía un nudo bloqueándome las líneas,
y ha resultado ser de metal. Qué pequeño se ve ahora deshecho en mis manos.

Gracias, imán.

jueves, 30 de mayo de 2013

XXIV.

No soy capaz de escribir
versos que no quieran suicidarse
al rozar tus labios de madrugada.
Quieren ser besos, creo.

Me alucina la facilidad que tiene mi cabeza
para prohibirle la entrada a las musas.
Qué cabrón mi corazón, por cierto,
buscando a tientas las llaves que abren
la puerta trasera en cuanto apago el mundo
con música o una buena lectura.

Y siempre da la casualidad
   (voy a acabar creyendo en ellas)
que lo que debería estar escuchando o leyendo
   en lugar de pensándote
es tan precioso que cualquiera diría
que sus autores se inspiraron en ti para crearlo.

Que les jodan. No saben de lo que hablan.

Nadie sabrá nunca lo que se siente al contemplar
una amapola que descansa en su cama
con un par de pétalos manchados
   de sangre y nostalgia
por haber tenido el valor de dejarse atrapar
ciegamente por unas manos perdidas
   de heridas y de espinas.

Desde que te marchaste, amor
busco una amapola que sea
la mitad de valiente que tú.

miércoles, 15 de mayo de 2013

XXIII.

Te señalo
un punto
   entre las costillas
y te miro desafiante.

Venga, clávate,
pero
   al romperte
no dejes tus esquirlas
en mis venas.

Va,
si lo estás deseando.

Te deseo.
Te temo.

Qué miedo me das.

Y,
   entonces,
me das un poco
de tu media sonrisa;
un cuarto.
En un cuarto.

Suspiro.

Sabe a
tú primero,
   si te atreves,
que yo me dejo;
pero no me dejes caer.

Y mis manos temblando.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Choque sin garantía.

Llega alguien que te destroza de un golpazo, y llueves. Entonces el frío te cala las entrañas tras su marcha, y te derrumbas. Comienza a congelarse lo que un día ardió con la fuerza de cientos de volcanes, y no hay vuelta atrás. El hielo acopla tus pedazos a su manera, desordenados en un bonito caos de recuerdos distorsionados y esperanzas frustradas.

Rota. Así te sientes. Tan, tan, rota, que no crees que nadie tenga la capacidad de volver a hacerte funcionar, de hacerte latir como aquellas manos que se dieron a la fuga después de hacerte un nudo.

Y aparece. Pero no puedes hacer otra cosa que mirarle con recelo, sin sonrisa, y con los brazos cruzados frente al pecho que un día llevabas por bandera, que hace no mucho no te importó mantener en alto aún a riesgo de recibir un balazo en pleno esternón.

Ahora, eres frágil como el cristal de Bohemia aunque por fuera parezcas puro diamante. Y tener un mundo interior tan bonito no ayuda a abrir los ojos.

(Todavía le ves al tenerlos cerrados)

Pero se mantiene ahí día a día, noche tras noche, y acabas mirando. Primero de refilón, alguna que otra caricia furtiva entre vuestras pupilas de vez en cuando. Ah, todos recordamos ese primer cruce de miradas; no pensamos hasta ese momento que los pestañeos sean tan buenos marineros, capaces de surcar ríos de tinta y sangre hasta deshacer ese puto nudo, también llamado miedo por los valientes, que te atoraba los sentimientos.

Y no quieres cerrar los ojos, lo más bonito está ahora a un suspiro de distancia.

Al menos eso crees hasta que aprendes que los pestañeos también son expertos en relativizar el tiempo y en hacer desaparecer lo que hasta entonces considerabas inamovible.

Ah, y te derrites de rabia. Y llueves, claro; ardes de furia y haces lo que antes ni te atrevías a pensar. Y te hostias de nuevo.

Maldita espiral, vida.

martes, 7 de mayo de 2013

XXII.

Yo tan
   aparentemente
complicada
y tú tan
de ir a lo que
   a simple vista
parece fácil.

Tú tan tú
                y
                   yo tan yo;
yo tan vacía
   por habérselo dado todo
y tú tan lléname.

Y sé que no eres tú,
porque no soy yo
   para ti
cuando estoy contigo.
Tampoco soy yo,
porque no eres tú
   para mí
cuando estás con ella.

Joder,
¿en qué momento
decidimos dejar abandonado
   en manos ajenas
nuestro propio porvenir?

No quiero treguas.

Da igual el que escoja, todos los caminos me llevan a ti; a tus ruinas. Y las ganas de reconstruirte me invaden y me hacen enloquecer. Ah...

Creéme si te digo que nunca antes me había sentido tan capaz de salvar a alguien, quizá porque todo el mundo aparenta estar perdido en estos tiempos que corren. Sé que perdernos otra tarde por las calles de Madrid, solo puede llevarnos a encontrar todo aquello que buscábamos sin saber que lo hacíamos.

Y créeme también si te digo que lo tendremos entre las manos antes del anochecer.

(Podemos hacernos las locas, si quieres, y seguir buscando en cada recoveco de la piel; en cada abismo mal disimulado)

Al igual que menos y menos se tornan en más, hielo y hielo calcinarán todos y cada uno de los miedos que nos han asolado durante toda una vida.

Yo ya he movido ficha, cariño; te toca jugar.

martes, 30 de abril de 2013

XXI.

Jamás había visto
una mirada tan intimidante
venir de unas pupilas
   tan,
tan rotas,
por eso
no pude dejar de contemplar
el desastre
que intentaban esconder
   casi tan bien como las mías.

Fue una catarsis emocional.
Me calmó la desazón
que me había acompañado
durante toda una vida
con tan solo
un par de reservados
   e incrédulos
pestañeos
con los que me dejó entrever
que ella también se había dado cuenta,
que también había sentido
la sacudida en su interior
al verse reflejada
sin tener
un espejo delante.

Creí,
   quise creer,
por un suspiro,
que las casualidades existían;
no podía algo así
ser fruto del azar,
otorgándole sin quererlo
categoría de improbable
al volver a cruzarme
por segunda vez
con un caos tan yo.

lunes, 29 de abril de 2013

Su nombre, nada más.

Si te dijera ven, no vendrías ni de coña.

Realmente no sé a qué estoy jugando, ni por qué, cuando ni siquiera sé cuántas vidas tengo; cuántas merecerían la pena si ninguna contempla tu presencia.

Han pasado horas desde que mi piel tomó contacto con la tuya y aún arde; dos infiernos he pasado ya al despertar sin ser a tu lado.

Quién me iba a decir a mí que perdería el valor en la barra de un local cualquiera y no entre sus piernas.

jueves, 25 de abril de 2013

Play.

Ah, basta ya de negar la evidencia, de vestirnos de miedos, dudas, distancias, corazas y otros vestidos que nos quedan tres tallas grandes.

Sabes tan bien como yo que tenemos algo pendiente, que retrasarlo no hace más que acrecentar la tensión de este tira y afloja. Que vamos a explotar cuando menos lo esperemos y las esquirlas se van a clavar entre las costillas de quien menos las merecen.

Siempre nos quedamos a medias y yo ahora solo tengo ganas de ti sin ellas, o con ellas tiradas en el suelo del pasillo. Ayer también, no te creas otra cosa. Y puedo meter la mano entre las cenizas y apostar a que mañana será más de lo mismo.

Quiero que vuelva tu yo vulnerable, ese que se sonroja cuando no sabemos qué decir, ese que me tienta a cambiarte un beso por una sonrisa.

(Dicen que los amantes no saben nunca qué decirse, pero dicen tantas cosas...)

Esa frialdad mal fingida no sería un problema si los intentos de olvidarte minasen dichas ganas en lugar de acrecentarlas. Y es que, ver que huyes justo cuando estoy a punto de conseguirte, solo me insta a correr detrás de ti para gritarte que no juegues a ser yo porque sé cómo acabarán las cosas.

(Qué miedo me da saber que puedo volver a tenerte si no me ando con cuidado...)

Poco a poco nos han ido encontrando, interceptando miradas y caricias cuando no tocaba. Han visto tu pierna encima de la mía, mi mano rodeando tu cintura desde atrás y por debajo de la camiseta; nos han visto bailar. Nos han visto compartir versos, vasos y besos. No nos han visto tantas otras cosas que todavía podemos camuflarnos en otros cuerpos.

Quisiera ser capaz de anteponer nuestro presente compartido al pasado que no se atrevió a juntarnos por miedo a tornarse en futuro si con ello logro mantenerte en juego, sin llegar a ganar o perder.

lunes, 22 de abril de 2013

XX.

No hay vez
que busque entre tus recuerdos,
esos que residen en mi pecho,
   entre las costillas
   que casi hiciste estallar
   de dolor
   al marcharte sin avisar,
y que no se vierta el vértigo
entre los resquicios de mis costuras,
esas que cosiste a besos
   robados
sin mi permiso y a dulce traición.

Ya sabes,
que puedo galopar sobre otras ruinas,
puedo romper otras pupilas,
puedo encontrarme entre otras piernas;
   dormir bajo el influjo de otros sueños.
Pero el tiempo me ha hecho asumir
que soy incapaz de alcanzar
una sensación parecida
a la que me inundó
cuando nuestros ombligos
se deslizaron el uno sobre el otro;
un escalofrío parecido
al que atenazó mis músculos
   y me erizó la piel entera
cuando me llenaste las manos de ti;
una catarsis parecida
a la que me partió los esquemas
cuando me acariciaste por dentro
con la valentía del que no tiene nada,
   nada que perder,
y los restos de una desolación,
   como noche sin Luna,
desdibujada a ratos en tu mirada;
un mordisco parecido
al que conquistó mis miedos
cuando me embargó el desaliento
   y la incertidumbre
de no saber
si soy yo tu perdición,
   tu improbable,
o soy yo la que se pierde sin ti.

viernes, 19 de abril de 2013

Idioto.

Pocos pueden presumir de amigos de verdad, y menos aún de hermanos con los que no comparten sangre. Ah, qué afortunada me siento por ser de esos últimos. Y es que yo tengo una hermana a la que conocí hace poco más de un año. Como a todos los hermanos, al principio no la soportaba. Joder, esa cabezonería y esas ganas de salirse con la suya a toda costa.

Creo que nunca se había topado con alguien que realmente le llevara la contraria, creo que nunca me había topado con alguien que realmente me llevara la contraria.

Poco a poco, nos fuimos dando cuenta de que los choques eran simplemente similitudes, que luchar contra la otra era luchar contra una misma. Nos acostumbramos a recibir nuestra dosis diaria de hastaluegazotús, a comentar nuestros pasos como si estuvieramos comentando el tiempo atmosférico en un ascensor, a hablar con la mirada y a reír por cualquier tontería, entre otras cosas.

No sé si se habrá dado cuenta de todo lo que ha pasado desde ese fatídico día en el que nos empezamos a "pelear" por la maldita pelota rosa o a comentar la croqueta de Iniesta. No sé si se habrá dado cuenta, porque yo me paro a pensarlo, y se me llenan las manos de momentos. Y, fíjate tú, no hay ninguno malo. Ninguno.

Esa hermana pequeña, se ha hecho esta noche mayor de edad (aunque su neurona seguirá patinando, tenga los años que tenga). Esa pequeña rubia, me ha forzado a ser mejor persona, a preocuparme por alguien que no fuera yo y a volver a ser detallista sin esperar nada a cambio sin querer, a base de sonrisas y situaciones inolvidables.

Me ha arrancado el egoísmo y la bordería y los ha tirado a la cuneta para que les hiciera compañía a los suyos. Y es que sé que, en el fondo, esas púas que le rodean no son más que simple atrezzo para ahuyentar a los cobardes que no están dispuestos a sacrificar un poco de sí mismos a cambio de conocer un poco de ella.

En qué maldito momento me sacrifiqué yo, ya no sé vivir sin esas punzadas de mentira.

miércoles, 17 de abril de 2013

XIX.

Sabes tan bien como yo,
que ya nadie va a conseguir llenarte
por una simple razón:
sigo dentro de ti
ocupando un espacio
que ya
no me corresponde,
ni quiero,
ocupar.

Devuélveme esa parte de mí
que se quedó contigo,
esa parte a la que engañaste
cuando ni siquiera sabía a qué sabías
y que no me cree cuando le digo
que hay sonrisas más sabrosas
esperando a ser probadas.
Deja de aferrarte a ella
por miedo a no encontrar
nada parecido en el camino
que va de mi cama
a la puerta de tu habitación.

Basta ya de buscarme
en cuerpos vacíos de mente,
entre piernas que nunca se tocan,
en sueños de los que despertar
solo te sirvan
para echarme un poco de menos
y un polvo de más.

martes, 9 de abril de 2013

XVIII


Después de tanto andar,
descalza y sonriente,
sobre tus ruinas;
de haber derramado
sensaciones y demás;
de desgastar tu atractivo
a base de intentos fallidos;
de haberme precipitado sobre ti
como una lágrima suicidándose desde tus mejillas.

Después de haberme deslizado
en silencio entre tus costillas,
doliendo como ninguna,
y de hacer de tus entrañas
mi hogar perecedero.

Después de haber cosido a besos
cada una de tus roturas;
de pintar tus sueños a caricias,
de bailar al ritmo de tus latidos,
de morder tus miedos,
y de habernos condenado al silencio.

Después
de haber sentido tus estremecimientos
como intimidantes terremotos;
de haber avanzado tambaleante,
y medio ahogada por el vértigo,
por los tortuosos caminos que llevaban a tu pecho.

Después de cobrarme
el tango horizontal que me debías;
de vestirme de atrevimiento;
de robarte una mirada cuando no tocaba
y de desnudarme a tus espaldas...

Después de haberte deseado hasta dejar de sentir.

Me voy para volver, cariño;
no quisiera hacer suyo lo nuestro,
y están alerta.

Tú espérame con las dudas despiertas.

martes, 2 de abril de 2013

XVII

De dar tantos pedazos
a quién no los merecía,
me quedé sin corazón.
Y ahora solo tengo una coraza,
tan fría,
como los falsos reproches
con los que apuñalé a quién se atrevió
a morder mis miedos.

martes, 26 de marzo de 2013

XVI

Ya no sé a qué aferrarme,
ni qué esperar,
porque has perpetrado una huida
después de dar el primer paso
y hacerme caer en la tentación
de dar el segundo.
Parece que solo te interesa
saber que me tienes en vilo
las noches que no paso contigo.

Me pregunto
por qué das por perdida la batalla
que tú me declaraste
justo cuando estás a punto de ganar.
Que ya sabes que me dejo
si me luchas con ellos.
Que, joder, quiero perder
y perderme contigo,
que no perderte,
a ver si así encuentro
por una casualidad
de esas que tanto te gustan,
y en las que yo nunca creo,
aquello que busco sin saber que lo hago.

Quizá sea culpa del miedo
que a ti,
en lugar de atenazarte los músculos,
te los tensa;
como una mueca que se viste de sonrisa
descuidando la mirada,
como un orgasmo no fingido.
Tendría que haberlo mordido a él
y no a la cordura
que descansaba sobre tu pecho,
lo sé.

También puede ser
que prefieras temblar por él,
y no por mí,
qué sé yo.

Solo quería dejar claro,
ya para acabar,
que te espero
porque desde ti,
todo ha dejado de tener sentido
para empezar a serlo.

domingo, 24 de marzo de 2013

Ahora es siempre.

Eras una bala perdida hasta que te encontré entre mis costillas, y lo sabes.

Me pregunté qué hacías allí, cuánto tiempo llevabas dentro de mí, cómo habías llegado. No había orificio de entrada, y mira que palpé con fruición la zona.

Asumí y asimilé que si no sabía cómo habías entrado, tampoco iba a poder saber cómo podría sacarte. Tendrías que haber visto la juerga que tenía montada la adrenalina en mis venas para comprender lo que haría después.

(Hasta el miedo se atrevió a bailar con mis entrañas bajo su influjo)

¿Que qué es lo que hice después?

Ojalá pudiera decirte que me abandoné a la maravillosa sensación de sentirme vulnerable. Ojalá pudiera decirte que te supliqué en un susurro que no te movieras bruscamente porque dolías hasta cuando respiraba (respiro) en lugar de pararte los pies.

Y que ojalá no hubiera pensado que ojalá no desaparecieras nunca porque sabía que notaría el vacío que dejarías hasta el final de mis días por cómo habías corroído las paredes de mi abismo (convirtiendo sus abruptos precipicios rocosos en verdes laderas llenas de amapolas), por cómo habías hecho añicos mis pilares y por cómo habías aliñado mis labios con pedazos de mis esquemas cada vez que me los comías.

Si de lo precioso que es temblar de dolor emocional y no de placer corporal nunca hablan los poetas, yo menos.

Pero.

Que qué es lo que hice después me habías preguntado, ¿no?

Me bebí los ojalás.

Y respiré fuerte.
Otra vez.
Como ahora.
Y ahora.

Ay, qué bonito dueles.

sábado, 23 de marzo de 2013

XV

No sabéis lo que es perderse
entre sus piernas
y encontrarse seguidamente
en sus labios
mientras cargo con el peso
de todas las dudas y falsos reproches
a la espalda.

Tampoco sabéis cómo sonríe
cuando le provoco un escalofrío
al acariciarle la lengua con la mía
(mientras pienso en otra)
o cómo consigo
que se le crispen los nervios
cuando no es capaz
de leer entre miradas
lo que mi cobarde boca
no se atreve a confesarle.

jueves, 21 de marzo de 2013

Ya estás otra vez inspirándome, amor.

Ya estás con tu puta manía de doblar la esquina de la página en lugar de salir de la cama para buscar el marcador (a saber dónde lo has dejado esta vez, ¿de nuevo en la nevera?).

Me cabreo contigo, obviamente.

Imitas mis reproches con voz de idiota, te acurrucas a mi vera, enlazas tus piernas con las mías, cierras los ojos, acompasas tu respiración a la mía (parece que estén bailando), tu ombligo le da un beso de buenas noches al mío y tratas de conciliar el sueño.

Me pregunto cómo eres capaz de hacerlo, si tengo una sensación atravesada en el pecho aporreando un tambor a velocidad vertiginosa.

Se eriza mi calma y pienso en aquella canción, en que he pasado una vida entera buscándote sin saber que lo hacía.

Y, cuando menos me lo espero, te incorporas y susurras mirándome directamente a los ojos que pare.

(Escalofrío)

Y tardo una fracción de segundo en comprender a qué te refieres.

viernes, 15 de febrero de 2013

XIV

Viento gélido le azota la piel desnuda,
erizada;
los párpados descansan.

Media Luna nacarada en su rostro
como si no existiera el vértigo
que le anuda las entrañas al recuerdo
de lo que fue y ya no es (pero será)
al andar nuevamente
por el borde del abismo
del que salió con la intención
de no regresar nunca más.

Pero allí está;
el azar bailando con su equilibrio
apostándose la recaída con las ganas
mientras la razón se vuelve ilusa
a sabiendas que no habrá vuelta atrás.

Dos cuerpos que se abrochan
en mitad de la penumbra,
beso de ombligos;
puzzle de piernas.

Se contonea como si fuera el mundo
y no ella,
quién se mueve.

Ya llega.

El temblor.

L a  c a l m a.

miércoles, 13 de febrero de 2013

XIII

No te diré que me he ido,
sentirás el vértigo cuando vuelva.
Y negaremos
todas las veces que quieras
lo que fuimos
para volver a serlo.
Si quieres,
podrás volver a conocerme;
lentamente, con ganas.
No maquillaré los abismos,
seguirán siendo tus preferidos;
aquellos en los que volverías a caer
incluso con los ojos abiertos
y la piel desnuda erizada.

Mis manos ya habrán perdido
la forma de tus caderas
y ya apenas se verá
la marca de mis dientes
en tus clavículas
(tendremos que solucionarlo
como mejor sabemos).

Romperé todos los relojes,
e impediré que salga el Sol
para poder hincarle el diente,
con calma y sin previo aviso,
al insomnio que ha visto más Lunas
que yo desde tu habitación.

Y volveremos a bailar un tango horizontal.

martes, 12 de febrero de 2013

XII

Cuando,
por casualidades de la vida,
no nos queda otra
que juntar nuestros cuerpos,
aguanto la respiración;
no quiero abrir viejas heridas.

(Mi pasado me pesa.)

Ya no sé si me compensa
esperar a que abras los ojos
y asumas que con ella no te irá bien.

(Tu presente me abruma.)

Descubrirás, con el tiempo,
que conmigo tampoco te irá mejor;
pero yo no te prometeré amor eterno,
porque ni siquiera creo en el amor.

(Nuestro futuro... Ay, ni siquiera sé si quiero que lo sea.)

Yo puedo pintar sonrisas en tu rostro,
emocionarte con un par de historias;
pasear contigo de la mano
por Gran Vía o Les Rambles.

Puedo también quererte a ratos
y olvidarte con facilidad.

No es mucho,
lo sé,
pero es lo único
que espero recibir a cambio.

viernes, 8 de febrero de 2013

XI

Miras mi cuerpo desnudo con lascivia;
vistes tus ganas de desdén;
rasgas mi coraza
con morbosa crueldad.

La tentación que reside en tu boca
prende con su lengua mi deseo
y no veas con qué facilidad arde;
(ardemos).

Las llamas nos envuelven;
los miedos se calcinan.

Maquillas gemidos con jadeos,
pero tu pulso se dispara;
tus pupilas se dilatan.
Qué mal disimulas, amor.

jueves, 7 de febrero de 2013

X

Desata su corbata sensualmente
(atrapando su atención).
Se la quita y le empuja.
Sus corvas ceden,
al chocar contra el colchón,
y
c
a
e.
Ya no hay vuelta atrás.
Allí. A h o r a.
Ella se desliza sobre él,
se hace notar;
él entreabre los labios,
trata de atrapar a su musa
(sin lograrlo).
Su anhelo crece.
Ella sujeta firmemente sus antebrazos;
se los coloca sobre la cabeza.
Él intenta zafarse,
(sin querer hacerlo realmente).
Ella ríe, se siente poderosa;
él gruñe, juguetón,
al verse indefenso
y a su merced.
Ella rodea sus muñecas
con la tela robada
y ata el otro extremo
a una de las barras
del cabezal
de metal bruñido.
Es suyo,
no
le
va
a
dejar
e s c a p a r.
Todo su ser se lo hace saber.
Él arquea su espalda,
alza sus caderas;
ella, impasible,
devora su boca
con la mirada.
Él, que la busca;
ella, que no se deja encontrar.

miércoles, 6 de febrero de 2013

IX

Tengo un nudo en la garganta
que me bloquea las palabras,
que me impide coger aire,
y que solo sabe deshacer ella.

Siento que el tiempo a su lado
se me escurre entre los dedos;
que se le escapa la vida
sin yo poder hacer nada
para evitarlo
y, con ella,
la mejor parte de mí.

martes, 5 de febrero de 2013

VIII

He abierto los ojos
y se me ha caído un mito,
el mío,
al mirar la cama
y sentir tu ausencia.

Vacía no está;
nunca lo está,
si te digo la verdad.
Bueno,
menos cuando
me hago la dormida,
en tu lado,
esperando
que aparezcas,
como quién espera
ver el autobús
que cree haber perdido,
(con la toalla
anudada a la cintura
y esa media sonrisa
que me tiene loca,
a poder ser)
y me muevas una vez más
a base de cosquillas
y pícaras caricias,
hasta el lugar
que me corresponde;
a dos centímetros de tu boca
y
a
cero
de
tu
centro
de
gravedad.

He rodado
sobre lo que
fue
el lugar
más acogedor
de nuestro mundo
hasta poder
acurrucarme a su vera
y poder imaginar
con borrosa claridad
que respiras a través de él
y me ruegas,
al acelerar tu pulso,
que me vuelva a quedar
otros siete minutos más
porque te tiembla
el mundo
si me ves marchar
y necesitas
que se esté quieto
para plasmar el instante
en cuatro versos,
o plasmarme cuatro besos
en un instante.

Ay.

Qué mal se me da fingir
que no me faltas, cielo.

lunes, 4 de febrero de 2013

VII

En uno
de los múltiples
cruces de miradas desconocidas
se ha creado un silencio s e p u l c r a l
en mi mundo.

Tendríais que haberme visto;
nos separaban mínimo dos suspiros,
pero me he alejado un par de kilómetros
sin separar los pies del suelo.

domingo, 3 de febrero de 2013

VI

Supongamos que esta noche te echo de menos; que veo mi cama demasiado grande (aunque sepas que me encanta ocuparla entera).

Supongamos que no tengo nada con nadie y que tú tampoco. Supongamos también que no me guardas rencor (y que no me duele dolerte).

Supongamos, ya que estamos, que te desbloqueo de mi vida; que te permito formar parte de ella nuevamente por un par de días (y dos pares de noches).

Supongamos ahora que me gustaría volver a verte amanecer entre gemidos, con el pelo alborotado, los músculos contraídos y las mejillas encendidas (solo es un suponer).

sábado, 2 de febrero de 2013

V

Y
no
me
crees
cuando te digo
que ya te he olvidado.

Ya, claro (me dices).

Tienes que saber
que no te he vuelto a escribir;
a ti no, pero sí a la parte de mí
que se quedó contigo.

Quisiera entrar a través de este delirio
por tu mirada una vez más,
pero no para quedarme,
ni para salir rodando; cristalina.

Simplemente hacerlo
para comunicarle a esa (mi parte)
que he encontrado un lugar más acogedor
que tu clavícula, donde quedarnos a dormir.

Y
no
me
cree
cuando le digo
que ya te he olvidado.

No te lo crees ni tú (me dice).

viernes, 1 de febrero de 2013

IV

La habitación oscura,
como nuestros ojos
de pupilas dilatadas;
pozos embriagadores.

El morbo se adueña de tu rostro
cuando encajo tu cadera
entre la mía y la pared;
jadeas.

La humedad te embota los sentidos,
la experiencia contrae tus músculos.
Muerdo tu cuello, intentas zafarte
(sin querer hacerlo realmente).

Y me empujas levemente;
te agarro sin vacilar.

— Déjate llevar, ma chérie.

Y te devoro, quemas;
me vuelves a empujar.

Vergüenza nos miraba
desde el quicio de la puerta,
pero ha decidido irse de allí;
sabe que no es lugar para ella.

Agarro tu cintura,
acerco mi boca a la tuya
y una caricia recorre mi espalda
erizando así mi piel desnuda.

Me miras con desdén, y me derrito allí mismo.

Otra vez esa media sonrisa
que hace enteras mis mitades;
la vistes esta madrugada
con una mirada voraz a juego.

Te pierdes en mí
y me pierdo contigo.
Me haces delirar, te extasío;
y cambiamos, sin pactarlo previamente,
miedo por valor, coraza por corazón.

jueves, 31 de enero de 2013

III

He pensado que...

Hoy he pensado, 
y he llegado a la conclusión
de que puedo ser vulnerable como me despiste; 
joder, que a mí también me abruman las incertidumbres.

¿Y si resulta que acabas jugando mejor que yo,
a pesar de haber truncado
las (aparentemente inexistentes) reglas 
a mi favor?

Te juro que lo pienso...
y trastabillo mentalmente
y se me nubla la vista
y no te veo.

No veo un futuro a tu vera; veo un pasado en su regazo.

Me
veo
dando
tumbos
otra
vez;
...
p e r d i d a.

Dime, ¿te perderías entonces conmigo? ¿Te dejarías ganar?

miércoles, 30 de enero de 2013

II

Será un día soleado,
de finales de Otoño,
cuando comience el aparente principio
del final de lo que nunca empezó.

Me mirarás,
contaré dos pestañeos (incrédulos),
suspiraré mientras coqueteo con tus miedos
y le haré un nudo a tus entrañas.

Será entonces,
cuando creas que me has perdido,
cuando me valores más que nunca,
cuando caeré rendida a tus pies.

Disimularé como pueda una sonrisa traicionera.
Te gritaré "déjate ganar,
que no aguanto más noches sin tu piel"
sin abrir la boca; a latidos.

Y me encontraré con tu mirada,
encendida y repleta de reproches,
después de haberme perdido en tus labios,
insaciables y expectantes.

martes, 29 de enero de 2013

I

Bailaré con tu imaginación
la melodía que marquen tus latidos
cuando te embargue la incertidumbre
de no saber si eres tú quién me inspira.

Invitaré a las casualidades
a deleitarse con nuestras sensaciones.
Y, entonces, dejaré que la intención
se adueñe de ellas cuando menos se lo esperen.

Dibujaré sonrisas en tu rostro con sabor a "ojalá".

Ojalá tú aquí,
conmigo;
encima de mis miedos,
debajo de mis alardes de chica dura.

Ojalá mis manos recorriendo tu rostro;
tu cuerpo entero.
Ojalá mis labios retando a los tuyos
a no dar ni un paso más.

Ojalá dejarte a cuartos en mi cuarto todas las noches,
al describirte lo más hermoso en una palabra
mientras te acaricio con la mirada
y la penumbra nos protege.

Y así seguiré hasta que pueda verte dormir
con una sonrisa de esas con sabor
a "ojalá me despierte a tu lado, ma chérie,
y que mi sueño se torne en realidad".