jueves, 7 de febrero de 2013

X

Desata su corbata sensualmente
(atrapando su atención).
Se la quita y le empuja.
Sus corvas ceden,
al chocar contra el colchón,
y
c
a
e.
Ya no hay vuelta atrás.
Allí. A h o r a.
Ella se desliza sobre él,
se hace notar;
él entreabre los labios,
trata de atrapar a su musa
(sin lograrlo).
Su anhelo crece.
Ella sujeta firmemente sus antebrazos;
se los coloca sobre la cabeza.
Él intenta zafarse,
(sin querer hacerlo realmente).
Ella ríe, se siente poderosa;
él gruñe, juguetón,
al verse indefenso
y a su merced.
Ella rodea sus muñecas
con la tela robada
y ata el otro extremo
a una de las barras
del cabezal
de metal bruñido.
Es suyo,
no
le
va
a
dejar
e s c a p a r.
Todo su ser se lo hace saber.
Él arquea su espalda,
alza sus caderas;
ella, impasible,
devora su boca
con la mirada.
Él, que la busca;
ella, que no se deja encontrar.

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