jueves, 30 de mayo de 2013

XXIV.

No soy capaz de escribir
versos que no quieran suicidarse
al rozar tus labios de madrugada.
Quieren ser besos, creo.

Me alucina la facilidad que tiene mi cabeza
para prohibirle la entrada a las musas.
Qué cabrón mi corazón, por cierto,
buscando a tientas las llaves que abren
la puerta trasera en cuanto apago el mundo
con música o una buena lectura.

Y siempre da la casualidad
   (voy a acabar creyendo en ellas)
que lo que debería estar escuchando o leyendo
   en lugar de pensándote
es tan precioso que cualquiera diría
que sus autores se inspiraron en ti para crearlo.

Que les jodan. No saben de lo que hablan.

Nadie sabrá nunca lo que se siente al contemplar
una amapola que descansa en su cama
con un par de pétalos manchados
   de sangre y nostalgia
por haber tenido el valor de dejarse atrapar
ciegamente por unas manos perdidas
   de heridas y de espinas.

Desde que te marchaste, amor
busco una amapola que sea
la mitad de valiente que tú.

2 comentarios:

  1. "lo que debería estar escuchando o leyendo
    en lugar de pensándote
    es tan precioso que cualquiera diría
    que sus autores se inspiraron en ti para crearlo".

    Muchas veces he pensado justamente eso cuando he leído cosas que otros han escrito. Como por ejemplo ahora en ti.

    Es un poema precioso.

    Un abrazo :)

    ResponderEliminar