Si te dijera ven, no vendrías ni de coña.
Realmente no sé a qué estoy jugando, ni por qué, cuando ni siquiera sé cuántas vidas tengo; cuántas merecerían la pena si ninguna contempla tu presencia.
Han pasado horas desde que mi piel tomó contacto con la tuya y aún arde; dos infiernos he pasado ya al despertar sin ser a tu lado.
Quién me iba a decir a mí que perdería el valor en la barra de un local cualquiera y no entre sus piernas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario