No hay vez
que busque entre tus recuerdos,
esos que residen en mi pecho,
entre las costillas
que casi hiciste estallar
de dolor
al marcharte sin avisar,
y que no se vierta el vértigo
entre los resquicios de mis costuras,
esas que cosiste a besos
robados
sin mi permiso y a dulce traición.
Ya sabes,
que puedo galopar sobre otras ruinas,
puedo romper otras pupilas,
puedo encontrarme entre otras piernas;
dormir bajo el influjo de otros sueños.
Pero el tiempo me ha hecho asumir
que soy incapaz de alcanzar
una sensación parecida
a la que me inundó
cuando nuestros ombligos
se deslizaron el uno sobre el otro;
un escalofrío parecido
al que atenazó mis músculos
y me erizó la piel entera
cuando me llenaste las manos de ti;
una catarsis parecida
a la que me partió los esquemas
cuando me acariciaste por dentro
con la valentía del que no tiene nada,
nada que perder,
y los restos de una desolación,
como noche sin Luna,
desdibujada a ratos en tu mirada;
un mordisco parecido
al que conquistó mis miedos
cuando me embargó el desaliento
y la incertidumbre
de no saber
si soy yo tu perdición,
tu improbable,
o soy yo la que se pierde sin ti.
"Un escalofrío parecido
ResponderEliminaral que atenazó mis músculos
y me erizó la piel entera
cuando me llenaste las manos de ti".
Definitivamente, el mundo cabe en sus manos y en ti toda la poesía existente.
Un saludo desde http://retales-de-mis-noches-de-insomnio.blogspot.com.es/